Durante años, la música folclórica chilena fue vista como una expresión de generaciones pasadas. Sin embargo, desde 2024 comenzó un cambio que se ha consolidado en 2026: los jóvenes chilenos están redescubriendo el folclore, fusionándolo con nuevos estilos, reinterpretando sus letras y dándole un aire contemporáneo que conecta tradición y modernidad.
Este fenómeno no solo ocurre en Santiago, sino también en regiones, donde nuevas agrupaciones han encontrado en las raíces culturales una forma auténtica de expresión.
Nuevas generaciones, nuevas formas de hacer folclore
El resurgimiento del folclore entre los jóvenes tiene varias caras. Desde las universidades hasta los festivales locales, surgen proyectos musicales que reinterpretan los ritmos tradicionales con una mirada fresca.
Entre las influencias más destacadas están:
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La cueca urbana y fusión, impulsada por grupos como Los Trukeros o Las Primas del Folclor.
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El folclore feminista, con cantautoras que reinterpretan las letras tradicionales desde una mirada de género.
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El uso de instrumentos típicos (guitarrón chileno, charango, pandero) combinados con bases electrónicas o arreglos de jazz.
Esta reinvención demuestra que la música folclórica sigue viva y evoluciona con las generaciones.
Cueca urbana y fusión: el puente entre lo clásico y lo moderno
Uno de los géneros más representativos de este renacer es la cueca urbana, que mantiene la esencia rítmica y narrativa de la cueca tradicional, pero se adapta a nuevos contextos urbanos y sociales.
En barrios como Ñuñoa, Valparaíso o Concepción, es común encontrar peñas donde jóvenes mezclan guitarra, bajo y percusiones con letras sobre la vida moderna.
Este fenómeno recuerda lo que ocurrió en los años 60 con Violeta Parra y Víctor Jara, pero desde una mirada del siglo XXI: el folclore vuelve a ser una herramienta de identidad, crítica y celebración.
Mujeres que están transformando el folclore chileno
El protagonismo femenino en esta nueva ola es innegable. Cantautoras jóvenes están rescatando el repertorio tradicional y reinterpretando sus letras desde una óptica moderna.
Algunas exponentes destacadas son:
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Camila Vásquez, que fusiona tonadas con pop acústico.
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Paula Ilabaca, poeta y música que incorpora versos populares a composiciones experimentales.
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Proyecto “La cueca no es solo de hombres”, colectivo que reivindica el baile y la música folclórica como espacios inclusivos.
Estas artistas no solo modernizan el sonido, sino también el mensaje social del folclore, dándole nueva fuerza a una expresión cultural profundamente chilena.
Folclore digital: redes sociales y plataformas como escenario
Las redes sociales han jugado un papel clave en esta tendencia. En TikTok, Instagram y Spotify, muchos jóvenes difunden sus versiones de temas tradicionales o crean listas colaborativas de “folclore chileno moderno”.
Este fenómeno ha permitido que canciones antiguas de Margot Loyola o Rolando Alarcón vuelvan a tener miles de reproducciones, especialmente en fechas como el 18 de septiembre o el Día de la Música Chilena.
Además, festivales como “Chile Canta y Baila” o “Sello Raíz” han incorporado categorías de “folclore contemporáneo”, impulsando la creación de nuevos públicos.
El rol de las universidades y escuelas artísticas
Las universidades regionales también son un motor importante en la revalorización del folclore. Talleres, agrupaciones estudiantiles y carreras de música han abierto espacios donde los jóvenes aprenden instrumentos tradicionales y reinterpretan repertorios populares.
En ciudades como Valdivia, La Serena y Temuco, se han creado colectivos que investigan las raíces locales y promueven la creación de repertorio nuevo basado en ritmos ancestrales.
Este movimiento educativo está dando lugar a una nueva generación de músicos con conciencia patrimonial y mirada global.
El folclore como identidad en tiempos digitales
En una época dominada por la música internacional y los algoritmos, muchos jóvenes ven en el folclore una forma de reconectarse con su identidad.
La necesidad de pertenencia, la búsqueda de raíces y el orgullo por lo local son elementos que explican por qué esta música está viviendo un renacer tan fuerte.
Como dijo una integrante del colectivo Raíces Sonoras, “no queremos cantar como afuera, queremos sonar a Chile, pero con nuestras palabras de hoy”.
Esta frase resume el espíritu de toda una generación que transforma el folclore en una bandera de autenticidad.
Cómo apoyar esta nueva ola del folclore chileno
Si te interesa formar parte o apoyar este movimiento cultural, aquí algunas ideas:
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Asiste a peñas locales y festivales regionales.
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Sigue a nuevos artistas folclóricos en redes sociales.
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Escucha playlists de folclore chileno contemporáneo en Spotify.
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Comparte contenido cultural en fechas clave, como el Día de la Música Chilena.
Un renacer que une generaciones
El resurgimiento del folclore chileno no es una moda pasajera, sino una recuperación cultural intergeneracional.
Gracias a la mezcla de estilos, la mirada crítica y la pasión por las raíces, la música folclórica vuelve a ocupar un espacio central en la identidad del país.
En 2026, Chile suena a guitarra, a tonada y a juventud.
Una nueva era de folclore está escribiendo su propia historia, desde las redes sociales hasta los escenarios del país.