El apagón masivo en Chile de febrero de 2025 dejó sin electricidad a millones de personas desde Arica hasta Punta Arenas. El evento fue uno de los cortes más extensos de los últimos 20 años y generó un fuerte debate sobre la seguridad energética y la dependencia de la red interconectada.
De acuerdo con los reportes iniciales de la Coordinadora Eléctrica Nacional (CEN), la causa principal se debió a una falla en la línea de transmisión de 500 kV que conecta el norte con el centro del país, agravada por condiciones climáticas extremas en el norte grande.
La desconexión automática de centrales generadoras para evitar sobrecarga produjo un efecto dominó que dejó sin suministro a casi el 80 % del territorio nacional. Este fenómeno, conocido técnicamente como “colapso en cascada”, fue similar al ocurrido en el apagón de 2010, aunque con consecuencias más extendidas.
Entre los factores contribuyentes se destacaron:
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Alta demanda estacional de electricidad por olas de calor.
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Mantenimiento insuficiente en subestaciones estratégicas.
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Falta de redundancia en las líneas de transmisión principales.
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Dependencia excesiva del Sistema Eléctrico Nacional centralizado.
Este episodio recordó la urgencia de diversificar la matriz energética y fortalecer la infraestructura eléctrica del país.
Regiones más afectadas por el corte de energía
El apagón afectó a 13 de las 16 regiones del país, con mayor impacto en la zona central. Santiago, Valparaíso, O’Higgins y Maule estuvieron sin luz por más de 5 horas, lo que paralizó semáforos, servicios bancarios y transporte público.
En regiones como Antofagasta y Tarapacá, las mineras informaron pérdidas temporales por interrupciones en la cadena de producción. En el extremo sur, el restablecimiento fue más rápido gracias a microredes locales y sistemas de respaldo diésel, lo que demostró la utilidad de los sistemas descentralizados.
| Región | Duración promedio del corte | Observaciones |
|---|---|---|
| Metropolitana | 4–6 horas | Colapso del Metro y servicios digitales |
| Valparaíso | 5 horas | Caída de sistemas de agua potable rural |
| Biobío | 3 horas | Reposición escalonada desde subestaciones locales |
| Antofagasta | 6 horas | Paro temporal en faenas mineras |
| Magallanes | 1 hora | Energía recuperada con plantas locales |
Consecuencias sociales y económicas del apagón
El apagón de 2025 evidenció la fragilidad de los sistemas urbanos modernos frente a fallas energéticas. En apenas unas horas se detuvieron redes de telecomunicaciones, sistemas de pago, transporte y hospitales.
Las consecuencias más relevantes incluyeron:
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Pérdidas económicas estimadas en más de 120 millones de dólares, especialmente en el sector industrial.
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Suspensión de clases y servicios públicos, con impacto en más de 2 millones de estudiantes.
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Aumento de accidentes viales debido a la falta de semáforos operativos.
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Saturación de las líneas telefónicas de emergencia, lo que complicó la coordinación de las autoridades.
A nivel doméstico, miles de familias tuvieron que recurrir a velas, baterías portátiles y generadores. En redes sociales, se viralizaron imágenes del Santiago completamente a oscuras, generando un debate sobre la dependencia tecnológica de la sociedad actual.
Lecciones y desafíos para el sistema eléctrico chileno
El apagón masivo de 2025 dejó valiosas lecciones para el futuro energético de Chile. La principal es la necesidad de mejorar la resiliencia y la descentralización de la red, integrando energías renovables con almacenamiento y generación local.
Entre las medidas que el gobierno y la CEN anunciaron posteriormente destacan:
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Revisión completa del sistema de transmisión troncal, con inversiones priorizadas en líneas de respaldo.
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Implementación de microredes regionales que operen de forma autónoma en casos de emergencia.
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Instalación de sistemas de baterías de gran escala en el norte y centro del país.
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Fortalecimiento de los protocolos de comunicación ciudadana ante emergencias eléctricas.
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Educación pública sobre ahorro y uso racional de la energía, especialmente en verano.
Chile ha avanzado en la incorporación de energías limpias como solar y eólica, pero la infraestructura de transmisión sigue siendo su punto débil. Expertos señalan que el país debe combinar la transición energética con una estrategia de seguridad energética nacional
Impacto en la política energética chilena
Tras el apagón, el Ministerio de Energía anunció la creación de una Comisión Nacional de Seguridad Eléctrica, con participación de universidades, empresas y organismos ciudadanos. El objetivo es desarrollar un plan 2030 que garantice continuidad operativa incluso frente a eventos extremos.
También se abrió el debate sobre la nueva Ley de Transmisión Eléctrica, que busca agilizar inversiones y establecer sanciones más severas ante fallas de mantenimiento.
La discusión se conecta con otros temas de actualidad nacional, como la crisis hídrica y la transición hacia energías limpias, abordadas en artículos previos del blog como “Cambio climático en Chile y su impacto en los recursos hídricos” y “Energía solar en el desierto de Atacama: futuro sostenible para Chile”.
Mirada ciudadana y confianza en las instituciones
El apagón masivo no solo fue un problema técnico, sino también un desafío de confianza pública. Según encuestas posteriores, más del 60 % de los chilenos consideró que las autoridades reaccionaron tarde, aunque valoraron la transparencia de los informes posteriores.
En redes sociales surgieron campañas ciudadanas que promovieron el uso responsable de energía, mientras que comunidades locales organizaron simulacros para actuar frente a futuras contingencias.
La experiencia del apagón masivo en Chile 2025 se transformó así en un punto de inflexión: un recordatorio de la importancia de invertir en infraestructura crítica, pero también de educar a la población para enfrentar crisis con calma y preparación.